Desde este punto de vista, el ethos profesional del educador
implica una compleja red ética que brinda un estándar satisfacto
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rio, influyendo substancialmente sobres las actitudes y conduc
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tas morales de los alumnos; así, la ética profesional puede com
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prender un conjunto de valores, transmitidos a través del com
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portamiento de los docentes, ayudando al estudiante a la adquisi
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ción de estas excelencias (Carr, 1993).
Siguiendo el orden de ideas, el ethos de la profesionalidad de
los docentes ha sido analizado tanto por la perspectiva universa
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lista como por la comunitarista, proponiendo varios componen
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tes. En consonancia, la teoría universalista plantea al individuo
con derechos inalienables, siendo uno de éstos la educación, el
cual es inviolable, de la misma forma que los son la libre expre
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sión y el pensar y discutir diversos puntos de vistas (Kohlberg,
1984). Según este enfoque la ética de los educadores está dada
por sus competencias pedagógicas y gerenciales, adecuadas para
la eficiencia y efectiva transmisión del conocimiento; en otras pa-
labras, viene determinada por un criterio de hacer su tarea en for-
ma aceptable, con base en un repertorio de habilidades raciona-
les, que dependen de un dominio y ejercicio inteligente de teorías,
para lograr una conducta racional en términos técnicos.
El problema principal de este planteamiento es la descone-
xión entre el rol profesional del maestro y su estilo de vida perso-
nal, pues su ética está construida sobre un bajo denominador co-
mún de obligaciones y deberes contractuales y no en aspiraciones
personales basadas en valores. De este modo, se encuentran, se
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gún Carr (2002), educadores con una indiferencia personal en
cuanto a mostrar ciertos valores a los alumnos, tales como la de
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cencia, autocontrol, respeto por los otros, lealtad, entre otros.
Por su parte, la teoría comunitarista afirma que los docentes
son responsables en la transmisión de valores, los cuales son ver
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daderamente efectivos si los profesores poseen un fuerte y defini
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do compromiso en ser personas virtuosas (Brezinka, 1994). Para
Carr (2002) el educador efectivo es un agente moral, quien se es
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fuerza en actuar, profesar y exhibir los valores morales; además,
su vida está caracterizada por una aspiración hacia el bien, invo
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lucrando el deseo de mejorar, sirviendo de inspiración a los estu
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diantes. Según asevera Fang (1996), estos valores orientan la ac
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ción profesional, determinando sus actitudes y comportamien
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tos, así como formando el marco ideológico de referencia para
orientar su conducta e interacción humana.
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El ethos de la profesionalidad docente
Wuillian Palmar ___________________________________________________________