que, por su grado de generalización, le permiten al profesional en
formación desplegar su potencial de desarrollo científico.
No cabe duda que su vinculación con la investigación está
configurada en el quehacer científico, por lo cual, la razón de ser
del que se forme como investigador, es desarrollar un cúmulo de
habilidades que irán creciendo en su perfil profesional, como
también lo afirma Pérez (1999), citado por Machado (2009), al in-
ferir que representan el dominio de acciones (psíquicas y prácti-
cas), capaces de permitir la regulación racional de la actividad,
con ayuda de los conocimientos y hábitos que el sujeto posee para
ir a la búsqueda del problema y a la solución del mismo por la vía
de la indagación científica.
Esta interpretación sugiere que el conocimiento es la fase
más importante para los procesos investigativos que requieren de
reflexión y análisis, por lo cual, desarrollar la misma permitirá
nociones globales y sistemáticas de diferentes temas de interés,
logrando desplegar las competencias necesarias, tanto desde el
punto de vista profesional como personal. En este sentido, cuan-
do se adquiere una habilidad, se conoce, aprende y crean niveles
de abstracción mayor, lo cual en conjunto forman una habilidad
superior que hace del proceso investigativo una habilidad innata.
No obstante, como proceso hacia la investigación, la refle-
xión y el análisis permite emprender la habilidad investigativa en
todas las ciencias, disciplinas o asignaturas y más aún cuando
las necesidades de investigación responden a un sin número de
ciencias. Dentro de esta perspectiva, Guanipa (2010, p. 48), plan-
tea: “quiérase o no, la mayoría de las ciencias y las disciplinas si-
guen teniendo como preocupación básica la formulación de un
método de carácter universal que pueda sustituir la habilidad
personal para investigar”. Visto de esta forma, la necesidad es glo-
bal, pero se requiere afianzar dicha habilidad en las ciencias so-
ciales, al ser preciso la generación de cambios, a fin de facilitar
procesos para el desarrollo intelectual; en este sentido, el proceso
de pensamiento constituye la fase, en primer lugar, a la cual debe
estar sujeto el investigador.
Siguiendo el mismo orden de ideas, López (2011) manifiesta
que las habilidades investigativas (instrumentales, de pensa-
miento, procedimentales, de construcción conceptual, de cons-
trucción metodológica y metacognitiva), se constituyen en una
herramienta para un mejor desempeño del individuo, llevándolo
hacia la formación de una cultura investigativa.
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_____________________________________ Innovación y Gerencia. Vol. VII. Nº 2, 2014