proceder la sociología (la nueva ciencia de la sociedad) para pro-
ducir conocimiento científico. Considera el autor que las ciencias
más desarrolladas se caracterizan por someter al objeto de estu-
dio a la observación sistemática y es a partir de allí que la ciencia
construye las diversas teorías y descubre las leyes científicas.
Siguiendo el orden de ideas, esa realidad, dice el referido autor,
es externa al observador, es una cosa, se encuentra fuera del sujeto
que conoce. Y, si así proceden esas ciencias, la sociología para ser
realmente ciencia, debe proceder de la misma forma. El objeto de es-
tudio de la sociología es el hecho social al que define, precisamente,
por su carácter externo al individuo, de allí que le exigiera a los so-
ciólogos actuar como verdaderos científicos: debían tratar los he-
chos sociales como si estos fueran cosas, es decir, que partieran “del
principio de que se ignora absolutamente lo que son, y que sus pro-
piedades características, al igual que las causas desconocidas de
que dependen, no pueden ser descubiertas ni siquiera por la intros-
pección más atenta…” (Durkheim, 2001, p.16). El científico debía
hacer tábula rasa, abandonar las nociones, prenociones y concep-
tos previos acerca del objeto de estudio, consideraba que estos son
“como un velo que se interpone entre las cosas y nosotros y las en-
mascara…” (Durkheim, 2001, p. 55).
Tal vez el mismo Comte, a quien se le atribuye la creación de
las palabras positivismo y sociología, sea un buen ejemplo de las
dificultades de concebir el proceso científico y de teorización como
apego estricto al dato proporcionado por los sentidos. En el propio
Curso de filosofía positiva (escrito entre los años 1830 y 1842), la
obra donde expone los términos de la ciencia positiva, la cantidad
de apelaciones a aspectos no empíricos o no “verificados” es abru-
madora, comenzando por la idea general de la obra según la cual
la historia de la humanidad atraviesa por tres estados: teológico,
metafísico y positivo (Comte, 1977).
Las críticas a esta forma de concebir a la ciencia, son ante-
riores a los forjadores de la idea de una ciencia llamada sociología.
Ya para el tercer tercio del siglo XVIII, Kant afirmaba en la Crítica
de la razón pura (2003), que la mente participaba activamente en
lo que ella se proponía conocer. Es decir, el sujeto deja su impron-
ta en el objeto de conocimiento, le da forma, lo moldea. Ya avanza-
do el siglo XX, Popper, va a poner en entredicho la proposición que
considera que el conocimiento científico, al igual que todo conoci-
miento humano, parte de intuiciones o de observaciones puras,
va a afirmar que no es así, que el conocimiento parte de hipótesis,
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____________________________________ Innovación y Gerencia. Vol. VIII. Nº 1, 2015