Innovación y Gerencia. Revista científica arbitrada
Vol. VIII. Nº. 2, Octubre 2015-Marzo 2016, pp. 269 - 275
UJGH ·ISSN 1856-8807
La filosofía marxista como base ideológica
del totalitarismo en el pensamiento
de Leszek Kolakowski
Carlos Osteicoechea*
Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo analizar la perspectiva de Lezsek
Kolakowski en cuanto a la necesidad de abordar un hecho extensamente
comprobado y comentado; es decir, la imposibilidad del marxismo de
concretar históricamente lo postulado en su ideología. La metodología
utilizada en este comentario, es de tipo hermenéutica, intentado plasmar
las inquietudes propias en relación al tema expuesto, tomando como he-
rramienta fundamental la obra de Kolakowski, específicamente lo esta-
blecido por él, en las principales corrientes del marxismo.
Palabras clave: filosofía marxista, totalitarismo, Estado totalitario.
Marxist Philosophy as Ideological Basis
of Totalitarianism Into Leszek Kolakowski´s
Thinking
Abstract
This paper aims to analyze Leszek Kolakowski´s perspective as for the
need to approach a fact widely tested and commented, that is to say, the
impossibility of Marxism to historically concrete what is postulated in its
ideology. The methodology used in this commentary is of hermeneutic
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* Maestría en Gerencia educativa (Universidad Rafael Urdaneta, URU). Licenciatura en Teología
(UPS-ROMA). Licenciatura en Filosofía (Universidad Católica Cecilio Acosta, UNICA). Profesor de
las cátedras: Lógica, Ética Aplicada y Política, Pensamiento Formal, Fundamentos de la Educación
en Venezuela, Epistemología y Paradigmas de la Investigación Educativa. Correo electrónico:
ciov99@hotmail.com
Recibido: 28-07-15. Aceptado: 14-09-15
type, intending to present the own worries in relation to the exposed sub-
ject matter hereof, taking as a fundamental tool Kolakowski´s work, spe-
cifically the established by him in the main currents of Marxism.
Key words: Marxist philosophy, totalitarianism, totalitarian state.
En un importante estudio histórico-crítico, llevado a cabo
por Leszek Kolakowski, en su obra Las principales corrientes del
marxismo, en la que el autor elabora una reflexión desde la pers-
pectiva de la filosofía política en torno a los desarrollos históricos
de la ideología marxista y utilizando argumentos esgrimidos por
la filosofía, se intenta demostrar cómo los dichos desarrollos an-
tes mencionados, han desembocado en regímenes totalitarios;
producto de la imposibilidad del marxismo por concretar históri-
camente lo que se ha postulado a través de la ideología.
Esto se observa sobre todo en el tratamiento que Marx y los
marxistas hacen de ciertos conceptos como por ejemplo el de igual-
dad, del cual Kolakowski hace un análisis político para determinar
cómo dicho concepto dentro de la ideología marxista no sólo está
erróneamente concebido, sino que además, su aplicación ha traído
como resultado la justificación del estado totalitario.
Las críticas al marxismo como sistema de pensamiento se
han hecho desde muy variadas perspectivas, entre ellas podemos
presentar algunas de las más estudiadas como la de Popper cen-
trada en el liberalismo clásico en la que objeta la manera cómo el
materialismo dialéctico de Marx termina convirtiéndose en un
historicismo y un determinismo de lo social; la de Kelsen en una
orientación próxima a la socialdemocracia en la que acusa al
marxismo (tomando en consideración el ejemplo soviético) del de-
sequilibrio visible que existe entre los poderes estatales.
La de Schumpeter desde el conservadurismo, rechazando la
noción de acumulación originaria propuesta por los marxistas
como una contradicción autorreferente; así como la de Kola-
kowski desde la perspectiva de un humanismo cristiano política-
mente ecléctico y cuya obra Las principales corrientes del marxis-
mo es considerada como el más completo trabajo compilatorio y
crítico sobre la evolución histórica de dicho pensamiento.
En su crítica Kolakowski busca desmontar ciertas afirmaciones
conceptuales con el fin de explicar el nivel de error que hay en ellas y
así formular una argumentación suficientemente convincente que
permita la validación de la hipótesis planteada: el totalitarismo como
efecto ineludible en la aplicación histórica de la ideología marxista.
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En tal sentido, se muestra con manifiesta intención la nece-
sidad de estudiar los desarrollos históricos del marxismo con el
fin de elaborar dialécticamente toda una reflexión cuyo telos es
comprobar la imposibilidad de la concreción de un estado marxis-
ta sin elemento alguno de totalitarismo.
En el proceso argumentativo, las principales corrientes del
marxismo están focalizadas en el desarrollo de un estudio diacró-
nico de los productos históricos marxistas, y desde un plantea-
miento histórico-filosófico, se van desentrañando algunos con-
ceptos los cuales han sido tergiversados por el marxismo con el
fin de construir su aparato ideológico, haciéndolo aparentemente
razonable con una lógica interna cuya validez se presenta como
incuestionable.
Esta estrecha relación entre teoría (ideología marxista) y
praxis (desarrollos históricos) será recurrente en el tratamiento
de la discusión planteada, porque como afirma Kolakowski, den-
tro del marxismo es muy difícil observar la distinción entre ideolo-
gía y movimientos políticos ya que existe una estrecha y manifies-
ta conexión entre teoría e ideología por una parte, y actitudes polí-
ticas por otra.
En el marxismo esa relación ideología-praxis histórica pre-
senta una clara dificultad sobre todo por el hecho de que éste, en
muchos aspectos, manifiesta un ineludible carácter utópico, re-
cordando que la palabra utopía palabra acuñada en el siglo XVI
por Tomás Moro significa “No-lugar”, es decir, un lugar que no
existe más allá de abstracciones ideales. En fin, el carácter utópi-
co de la ideología marxista dificulta su exitosa concreción históri-
ca ya que lo ideal (abstracto) se coloca siempre por encima de lo
real (concreto).
Al respecto, el mismo Kolakowski se pregunta si es posible
evitar el dilema entre utopismo y fatalismo histórico; en otras pa-
labras, ¿cómo se puede defender un punto de vista que no sea la
proclamación arbitraria de ideales imaginarios ni la resignada
aceptación de la idea de que los asuntos humanos están someti-
dos a un proceso histórico anónimo en el que todos participan
pero que nadie es capaz de controlar?
La respuesta a esta interrogante está directamente relacio-
nada con lo postulado en muchas de las teorías acerca de las re-
voluciones (teniendo en cuenta que revolución es un concepto im-
portante dentro de la ideología marxista) y es que como afirma Or-
tega y Gasset en ellas siempre intenta la abstracción sublevarse
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contra lo concreto: por eso es consustancial a las revoluciones el
fracaso. Los problemas humanos no son, como los astronómicos
o los químicos, abstractos. Son problemas de máxima concreción
porque son históricos
Los problemas humanos por ser históricamente concretos
precisan de soluciones que respondan a dichas concreciones y no
a una idealidad (por demás a priori) que se queda en mera especu-
lación y que en el peor de los casos se convierte en un constructo
teórico que termina resultando intocable, inamovible, inaltera-
ble, en otras palabras, endiosado y es que como lo afirma Kola-
kowski: ninguna sociedad ha sido íntegramente engendrada por
una ideología ni podría ser explicada por las ideas de quienes con-
tribuyeron a originarla, es decir, que el hecho de pensar que una
sociedad pudiera surgir alguna vez íntegramente de una utopía
equivaldría a creer que las comunidades humanas son capaces
de liberarse de su pasado.
Todo ello ha traído como consecuencia inobjetable el hecho de
que en casi todos los desarrollos históricos del marxismo, la ideolo-
gía se haya convertido en un fin en misma y haya convertido al
hombre un medio para lograr tal fin. De tal manera que, sin impor-
tar los posibles acontecimientos en torno al hombre, había que sal-
var a tan grandioso esquema de realización humana al cual todo
debía subordinarse, dejando como resultado según los dicho por
Mauricio Rojas, el hecho de que la bondad extrema del fin se con-
virtiera en la maldad extrema de los medios, donde la supuesta sal-
vación de la humanidad puede hacerse al precio de sacrificar la
vida de incontables seres humanos, donde se puede amar al géne-
ro humano y despreciar a los hombres realmente existentes.
¿Qué hizo que la ideología marxista planteada para la crea-
ción de un mundo nuevo en el que no existiera explotación del
hombre por el hombre, se convirtiera en la maquinaria de opre-
sión más grande que ha conocido la historia de la humanidad? La
respuesta ya se ha planteado anteriormente y aquí la resumo: la
manifiesta incongruencia entre los postulados teóricos marxistas
y su capacidad de concreción histórica sin el advenimiento del to-
talitarismo; en otras palabras, lo planteado ideológicamente por
Marx y lo realizado históricamente por los seguidores de la ideolo-
gía marxista.
Se podrían escribir enciclopedias enteras en referencia a
ejemplos históricos de lo ya expresado y entre esos innumerables
ejemplos podemos citar el de la primera revolución marxista exi-
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tosa, llevada a cabo por Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido
como Lenin, quien en su intento de recreación de la Rusia postza-
rista, terminó convirtiéndola en el primero y más famoso de los
Estados totalitarios modernos.
El destino de esta Rusia comunista, se fue presentando
como una plaga en los países en los que se intentó copiar dicho
modelo; terminando todos ellos en los más atroces totalitarismos
ideológico-políticos en los que se superponía la necesidad de una
ideológico-utópica superestructura estatal, sobre la vida de los
hombres y mujeres que formaban a dichas sociedades y pueblos.
Sin embargo, es importante aludir aquí a un sentido más am-
plio del concepto de totalitarismo que incluye también las relaciones
entre la sociedad y los individuos. El totalitarismo no es solamente
la fisonomía fáctica de un Estado (presentada aquí como la manera
en la cual el Estado adquiere una faz a través de su praxis histórica);
por otro lado, también se manifiesta como un modelo de relacionali-
dad sociedad-individuo en el cual, el primero (la sociedad), termina
devorando al segundo (el individuo) quien pasa a formar parte de la
gran masa social o colectivo y que sólo puede comprenderse desde
su actuar como masa social y no como individuo humano.
Este tipo o modelo de totalitarismo relacional no es más que
un intento de realizar en la práctica la idea de una sociedad-co-
munidad sin divisiones ni conflictos internos, en la cual el hom-
bre se convierte en lo que Marx llamó el “individuo total” (totalen
Individuen) o “ser especie” (Gattungswesen), sin derechos perso-
nales, propiedad o intereses que lo separen del colectivo.
Aunque éstas son dos maneras de comprender al totalitaris-
mo; ciertamente en los desarrollos históricos de la ideología mar-
xista el modelo de relacionalidad sociedad-individuo, terminó de-
sembocando siempre en el totalitarismo como fisonomía fáctica
del Estado.
En referencia al totalitarismo que surge de la relación socie-
dad-individuo, debemos afirmar que éste parte de la idea marxista
de la total y perfecta igualdad en la distribución de bienes, idea que
es irrealizable en la práctica, pues esa perfecta igualdad sólo es po-
sible en un régimen totalitario, en tal sentido, Kolakowski plantea
que Marx estaba seguro de que el proletariado, como el Prometeo
colectivo, acabaría, tras la revolución universal, con la inmemorial
contradicción entre el interés del individuo y el de la especie; así lo
afirma Marx cuando expone que el proletariado, derrocando por la
fuerza a la burguesía, cimentará las bases de su poder.
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Dicha presentación presupone ya de por sí, la muy estudia-
da y comentada idea marxista de la dictadura del proletariado en
la que el colectivo ejerce el poder independientemente de criterios
individuales y es allí donde se encuentra un primer nivel del tota-
litarismo y que históricamente terminó hincándose ante un se-
gundo y más poderoso nivel a cargo del Estado.
Ahora bien, este segundo nivel, llamado por mí, fisonomía
fáctica del Estado, históricamente ha sido la conclusión más pa-
tente del totalitarismo producto de la aplicación del aparato ideo-
lógico marxista, nos muestra más claramente la contradicción in-
trínseca presentando la noción de “perfecta igualdad” de la socie-
dad marxista, ya que un régimen totalitario no puede ser nunca
igualitario porque ciertos bienes esenciales (como el acceso a la
información, la participación en el poder, entre otros) deben res-
tringirse a la élite política. Ningún régimen totalitario puede ser
jamás igualitario debido a que necesariamente requiere de una
élite política claramente autónoma, separada.
Lo anteriormente expresado se puede observar en la evolu-
ción del marxismo leninista al estalinismo en el que la autocracia
personal fue el resultado natural y lógico de la idea de unidad per-
fecta que impulsaría como principio rector el desarrollo del Esta-
do totalitario. En tal sentido, para alcanzar su forma definitiva,
tal Estado requería de un solo líder dotado de poder ilimitado; el
progreso de ese sistema consistió en la reducción gradual del foro
en que podían expresarse los conflictos de intereses, ideas y ten-
dencias políticas. Las expresiones libres en cuestiones políticas
cada vez más se fueron restringiendo primero de los espacios so-
ciales a los espacios del partido, luego a una sección del partido,
más tarde al Comité Central y finalmente al Politburó.
Esta realidad ineludible de los desarrollos históricos de la
ideología marxista la presenta Kolakowski, haciendo referencia a
lo planteado por Trotsky como modelo de Estado Soviético y en el
que describe al Estado como un permanente campo de concen-
tración en el que dicha superestructura ejerce el poder total y ab-
soluto sobre todos los aspectos de la vida de los ciudadanos y en
particular decide cuánto, en qué y dónde trabajarán.
De allí que, la idea del Estado plenipotenciario, ha sido por
un lado, necesaria para la implementación de los regímenes que
tienen como base al marxismo; por otro, se ha convertido en una
dura contradicción a la propia ideología marxista que tiene como
base la dictadura del proletariado, es decir, las fuerzas de produc-
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ción en manos de los trabajadores. Dichas fuerzas han terminado
históricamente subyugadas por el Estado, y esta superestructura
estatal terminó modelando una sociedad cimentada sobre la base
del Estado, que terminó ocupando todos los espacios de la vida
social por encima incluso de la tan divinizada colectividad.
Referencias bibliográficas
Gadamer, H. (1994).Verdad y método II. Salamanca: Editorial Sígueme.
Kolakowski, L. (1976). Las principales corrientes del marxismo. Vol.1,2y3.
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Ortega y Gasset, J. (1983). La rebelión de las masas. Barcelona: Ediciones
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Rojas, M. (2012). Marx, Lenin y el totalitarismo. El idealismo genocida. Serie
ensayos de la biblioteca virtual Mauricio Rojas.
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