tosa, llevada a cabo por Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido
como Lenin, quien en su intento de recreación de la Rusia postza-
rista, terminó convirtiéndola en el primero y más famoso de los
Estados totalitarios modernos.
El destino de esta Rusia comunista, se fue presentando
como una plaga en los países en los que se intentó copiar dicho
modelo; terminando todos ellos en los más atroces totalitarismos
ideológico-políticos en los que se superponía la necesidad de una
ideológico-utópica superestructura estatal, sobre la vida de los
hombres y mujeres que formaban a dichas sociedades y pueblos.
Sin embargo, es importante aludir aquí a un sentido más am-
plio del concepto de totalitarismo que incluye también las relaciones
entre la sociedad y los individuos. El totalitarismo no es solamente
la fisonomía fáctica de un Estado (presentada aquí como la manera
en la cual el Estado adquiere una faz a través de su praxis histórica);
por otro lado, también se manifiesta como un modelo de relacionali-
dad sociedad-individuo en el cual, el primero (la sociedad), termina
devorando al segundo (el individuo) quien pasa a formar parte de la
gran masa social o colectivo y que sólo puede comprenderse desde
su actuar como masa social y no como individuo humano.
Este tipo o modelo de totalitarismo relacional no es más que
un intento de realizar en la práctica la idea de una sociedad-co-
munidad sin divisiones ni conflictos internos, en la cual el hom-
bre se convierte en lo que Marx llamó el “individuo total” (totalen
Individuen) o “ser especie” (Gattungswesen), sin derechos perso-
nales, propiedad o intereses que lo separen del colectivo.
Aunque éstas son dos maneras de comprender al totalitaris-
mo; ciertamente en los desarrollos históricos de la ideología mar-
xista el modelo de relacionalidad sociedad-individuo, terminó de-
sembocando siempre en el totalitarismo como fisonomía fáctica
del Estado.
En referencia al totalitarismo que surge de la relación socie-
dad-individuo, debemos afirmar que éste parte de la idea marxista
de la total y perfecta igualdad en la distribución de bienes, idea que
es irrealizable en la práctica, pues esa perfecta igualdad sólo es po-
sible en un régimen totalitario, en tal sentido, Kolakowski plantea
que Marx estaba seguro de que el proletariado, como el Prometeo
colectivo, acabaría, tras la revolución universal, con la inmemorial
contradicción entre el interés del individuo y el de la especie; así lo
afirma Marx cuando expone que el proletariado, derrocando por la
fuerza a la burguesía, cimentará las bases de su poder.
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_______________________________ Innovación y Gerencia. Vol. VIII. Nº 2, 2015-2016