se convierten en el gran desafío para la educación superior, te-
niendo influencia determinante en los estilos de gestión, forma-
ción y creación de conocimiento y en su interacción con los secto-
res estratégicos que se conectan para el desarrollo productivo de
la región.
En la actualidad, las universidades cumplen un rol determi-
nante en ese desarrollo, al verse obligadas a responder a las de-
mandas sociales y colaborar con esa cohesión social. Éstas se en-
frentan a retos relevantes que la impulsan a transformar su es-
tructura académica-administrativa para que su capacidad pueda
adecuarse a las nuevas demandas del entorno, lo cual exige un
mejoramiento continuo, en la búsqueda de una efectividad social.
A la denominada “universidad del conocimiento”, se le atribuye la
responsabilidad de la formación del hombre del futuro, por lo cual
no puede limitarse a contemplar los cambios que se producen en
su entorno, sino contribuir a la promoción humana, cultural, cien-
tífica y tecnológica (Álvarez y Topete, 1997; Tunnermann, 2003).
Tal como se ha visto, la Universidad debe basarse en la acti-
tud prospectiva de la investigación frente al entorno, bajo el re-
querimiento permanente de formar cuadros humanos de acuerdo
con las exigencias vivenciales, a fin de desarrollar complementa-
riedad entre ésta y los sectores estratégicos.
De lo anteriormente expuesto, surge la condición de fortale-
cer la capacidad de adaptación a las necesidades cambiantes, en
términos del componente humano, para lo cual es primordial una
formación integral, flexible y adaptada a las transformaciones so-
ciales, tecnológicas y del conocimiento. Es decir, se plantea el im-
pulso de un sistema de profesiones en los planes de estudio, acor-
de con un desarrollo humano sostenible, propio de la construc-
ción de un proyecto de país, al generar nuevos conocimientos, re-
forzando valores ético-sociales que hagan posible la difusión del
progreso técnico en perspectiva (Muñoz, 1998).
En efecto, tal realidad surge como requisito imperante en la
región latinoamericana, particularmente venezolana, al interre-
lacionar el proceso de formación integral universitario y el contex-
to de la realidad nacional. Parece claro que existe una compren-
sión de tal exigencia, a pesar de los reveses tradicionales que es-
tán enquistados en la vida universitaria. Por supuesto, todo de-
penderá de la capacidad de incorporar creativamente conoci-
miento en la vida colectiva. En este sentido, tener en mayor o me-
nor medida esa comprensión es un problema de interpretación de
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Responsabilidad social universitaria en la formación de un líder ético para el desarrollo...
Juliana Ferrer, Fedra Colmenares y Esther Pulido _________________________________